Hace un año mi amiga se quedó sin trabajo. La alcaldesa
despidió por decreto a cuatro trabajadores fijos que querían crear un
sindicato. Sentí como propia la tensión por aquella injusticia. Muchas cosas
pasaron desde entonces. Todas las semanas hubo manifestaciones. En cada acto
público en la ciudad había camisetas negras que exhortaban: ¡Readmisión ya! El
sindicato finalmente se constituyó y ganó las elecciones sindicales en el
ayuntamiento. Las sentencias fueron confirmando que los despidos eran improcedentes.
Reconozco que, cada vez que recibía una buena noticia a través del blog que
crearon para informar de las reivindicaciones, sentía oleadas de optimismo y
deseé con todas mis fuerzas que pudieran recuperar su empleo.
Por fin, hubo elecciones municipales y se produjo un cambio
de gobierno. Una de las primeras medidas de la nueva corporación fue readmitir
a los cuatro despedidos. El nuevo alcalde y los concejales les recibieron en la
puerta del consistorio el día de su regreso. Al entrar, el hall estaba atestado
de trabajadores municipales que, ataviados de negro, formaron un pasillo para
darles la bienvenida. Al fondo, once sindicalistas se despojaron de sus
camisetas negras y las tiraron al centro del vestíbulo. Ya no eran necesarias.
En su lugar aparecieron camisetas blancas, con una letra cada una, que
componían la palabra READMITIDOS. Misión cumplida. Entonces todos los
trabajadores lanzaron sus camisetas negras formando una montonera que sepultó
la vergüenza por unos despidos que nunca debieron suceder. Imagino que en su
lugar emergió un sentimiento de orgullo colectivo por alcanzar un logro tan
difícil para los tiempos que corren. Como decían los mosqueteros: “Uno para
todos y todos para uno”. Con la lucha de todos consiguieron hacer justicia.
Por la noche habíamos quedado a cenar y pregunté a mi amiga
por cómo se había sentido. Se emocionó al agradecer a sus compañeros el apoyo
que les prestaron. Percibió mucha alegría y solidaridad. Como en el poema “Invictus”
quizá pudieron sentirse “dueños de su destino y capitanes de su alma”.
Es una historia maravillosa. Gracias por compartirlo; hace que me sienta en positivo.
ResponderEliminarBueno, me ha tomado algún tiempo; pero ya he terminado de leerme tus entradas.
ResponderEliminarComo es un blog de contenido psicológico, el recorrido ha sido un placer. Te felicito.
Y, por si quieres echarle una ojeada, te dejo el mío:
http://lospapelesdesaleta.blogspot.com.es/
Un abrazo,
Pepe.