Hace poco escuché en la radio
unas frases que llamaron mi atención: “las
personas están hechas para amarlas y las cosas para usarlas. El mundo va mal
cuando usamos a las personas y amamos las cosas”. Numerosos estudios
demuestran que la felicidad duradera no depende del bienestar que nos aporta el
dinero y las posesiones materiales, siempre que nuestros ingresos nos permitan
satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda y seguridad. Por
ejemplo, en EEUU y Japón, desde 1.950 el poder adquisitivo se ha multiplicado tres
y seis veces respectivamente, pero los niveles de satisfacción con la vida se
mantienen y la depresión es diez veces mayor.
La felicidad está poco relacionada
con circunstancias externas, aunque estar casados (felizmente) es una excepción
en este sentido, pues sí influye positivamente sobre el bienestar. Las
relaciones sociales satisfactorias son uno de los elementos básicos del
bienestar. Martin Seligman, uno de los pioneros de la ciencia del bienestar,
opina: “hay pocas cosas positivas
solitarias”. Christopher Peterson describe la psicología positiva en dos
palabras: “los demás”.
Mi memoria episódica no es demasiado
buena, pero recuerdo detalles precisos de muchos momentos felices que han nutrido la relación
con mi pareja. Aunque hayan pasado décadas, están tan vivos como el primer día.
Al contrario, me cuesta recordar pormenores de aquellas veces que he adquirido
algún bien material, por muy preciado que fuera. A las posesiones materiales,
como al dinero, nos acostumbramos pronto y, finalmente, no tienen un
significado especial en nuestra vida. No pasa lo mismo con las personas a quien
queremos; habitualmente, nos siguen aportando mucho bienestar durante muchos
años. Amar y ser amado nos hace muy felices. Como muchas de las cosas que hacen
que la vida merezca la pena, el dinero no puede comprarlas.
Decía Aristóteles que “la riqueza consiste mucho más en el
disfrute que en la posesión”. Disfruta
mientras puedas de las personas que tienes a tu alrededor. Celebra lo que son:
seres humanos únicos e insustituibles.
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