Recuerdo que cuando era niño los
adultos solían decirme que “los hombres no lloran”. Aunque experimentar algunas
emociones no resulte agradable, reprimirlas puede complicarnos la vida y es preferible
encontrar la manera de expresarlas de forma adecuada. Una manera de hacerlo es mediante
la escritura expresiva.
James Pennebaker demostró que
escribir sobre una experiencia traumática tiene consecuencias beneficiosas para
la salud y el bienestar. Propuso escribir sobre la experiencia más traumática
de la vida, entre quince y treinta minutos, durante cuatro días seguidos. Se
trata de analizar los pensamientos y sentimientos más profundos relacionados
con el trauma, dándoles rienda suelta. Se puede asociar esta experiencia con las
relaciones personales con padres, familiares, pareja o amigos, cómo afecta al
pasado, presente o futuro, a quien has sido, eres ahora o te gustaría llegar a ser.
Según Christian Schubert las personas
que reprimen las experiencias traumáticas segregan cortisol permanentemente,
inhibiendo su sistema inmunitario. Conall O´Cleirigh observó en pacientes con
VIH (el virus causante del SIDA) que, escribiendo sobre sus sentimientos, aumentaron
sus defensas, contando con más células asesinas naturales.
Hace poco leí una carta de agradecimiento
a alguien que hizo algo muy especial para mí. Cuando murió mi hermana, tuvo la
idea de inmortalizarla en un mural que estaban pintando entonces en mi ciudad. Cuando
paso por esa calle me alegro al ver a mi hermana allí, joven y sonriente, como
si el tiempo se hubiese detenido.
Leer esa carta fue una
experiencia emocionalmente intensa, pero cuando terminé me sentí aliviado,
sereno y en paz conmigo mismo. Pregunté a la destinataria de mi carta por cómo
se sintió y me dijo que fue consciente de que necesitaba hablar de mi hermana conmigo
y me dio las gracias por ello.
Me gusta pensar, como Albert
Schweitzer, que “es la ley de la vida que cada vez que se nos cierra una puerta
se nos abre otra”. Las lágrimas que emborronaron mi carta, como el agua salada,
tal vez ayuden a sanar las heridas.
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