Maribel, que era presidenta
cuando entré en la coral, se mudaba de ciudad. En la junta directiva decidimos
tomarnos algo para celebrar su despedida. Había escrito una carta de
agradecimiento para ella. Planeé leerla en un momento propicio. Inesperadamente,
otras personas de la coral también se apuntaron a la fiesta. Me dio cierto reparo
y pensé en cambiar de idea.
Cuando no sé qué hacer, dejo decidir
a mi instinto. El neurocientífico David Eagleman recomienda, en estos casos,
lanzar una moneda al aire y observar lo que te dice tu cuerpo. Me pregunté
interiormente: ¿leo la carta? Noté que me sentía bien y anuncié que le había
preparado algo. Se puso muy contenta. Expliqué que era la actividad estrella de
la psicología positiva. Consiste en leer una carta de gratitud a una persona
que haya hecho algo especial por ti. Está demostrado que aumenta el bienestar de
ambos. Advertí que desconocía los efectos que podía tener leer la carta con
público, ya que era la primera vez que me ocurría algo así.
Comencé recordando mi prueba de
acceso a la coral, donde la conocí, que resultó algo disparatada, mi debut en
Roma, los conciertos más especiales para mí, las anécdotas emocionantes… Agradecí su manera de acoger a los nuevos
socios, su estilo de liderazgo y su labor valiosa, que ha hecho crecer a la
coral. Cuando terminé de leer, me sorprendió la ovación que nos dieron los
compañeros. ¡Parecía el final de un concierto! Le extendí la carta y me levanté
para darle un abrazo. Sus ojos brillaban intensamente. Luego noté cómo la
conversación se volvía más profunda. Se habló de los logros que le habían hecho
sentirse más orgullosa, de la importancia que tiene la coral para cada uno y de
sus recuerdos más significativos.
Después, contándole la
experiencia a mi hija pequeña, observé como se llenaban de emoción sus ojos. La
gratitud crece en todas las direcciones. Me alegro de saber hacer algo que pueda
tocar los corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario