El 11 de octubre falleció María de Villota, la primera mujer española que pilotó un coche de Fórmula 1. Ese día
iba a dar una conferencia en Sevilla y presentaba tres días después su libro
“La vida es un regalo”, que leí de un tirón. Es muy emocionante. Resulta
increíble lo que consiguió en la pista: llegar a lo más alto del automovilismo compitiendo
contra hombres es un logro excepcional. Pero más prodigioso es lo que logró
tras su accidente, recuperarse sin ayuda psicológica de un traumatismo que le
fracturó el cráneo y le hizo perder un ojo.
Entre un 30 y un 50 % de las
personas que sufren una experiencia extrema son capaces de resistir volviendo a
su estado anterior al trauma. Incluso algunos consiguen salir fortalecidos, produciéndose
un crecimiento tras la adversidad. Estas personas descubren capacidades nuevas
que desconocían que tuvieran y reordenan sus valores, lo que produce cambios en
su filosofía de vida. También sienten más seguridad para afrontar otras
experiencias.
Bronnie Ware trabajó en cuidados
paliativos con enfermos terminales y afirma que "la gente crece mucho
cuando se enfrenta a su propia mortalidad". Preguntó a sus pacientes sobre
las cosas que hubieran hecho de modo diferente en sus vidas y las cinco respuestas
más frecuentes fueron:
1) Tener el coraje para vivir una
vida auténtica por mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí.
2) No trabajar tanto y dedicar
más tiempo a los hijos y la pareja.
3) Expresar mis sentimientos.
4) Mantener el contacto con mis
amigos, brindándoles el tiempo y esfuerzo que merecen.
5) Permitirme ser más feliz.
Reírme más y tomarme la vida con humor.
¿Qué es lo verdaderamente
importante? ¿Qué te aporta felicidad duradera? ¿Qué sueños te quedan por
cumplir? Quizá María conociera algunas respuestas cuando leyó esta petición en
la boda de su hermano: “Por los que
estamos aquí, para que transmitamos cada día, con alegría, el regalo que es
vivir”. Tu vida es tu mejor mensaje.
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