¿Sabes en qué eres
realmente bueno? Tal vez destacas por tu sentido del humor, por tu pasión por
aprender, por tu liderazgo o valentía. Quizás eres vital, prudente o muy
generoso.
Para Martin Seligman “la verdadera felicidad deriva de la
identificación y el cultivo de las fortalezas más importantes de la persona en
el trabajo, el amor, el ocio y la educación de los hijos”. Seligman y Chris Peterson clasificaron veinticuatro fortalezas psicológicas universales y
crearon el cuestionario VIA de valores en acción, que sirve para conocer las
principales fortalezas personales. Este test puede hacerse gratuitamente en www.authentichappiness.org
Cuando conozcas tus mejores fortalezas, puedes idear formas para
emplearlas más a menudo o embarcarte en proyectos personales que te permitan
utilizarlas. Dedica un momento a la semana para ejercitar una o más fortalezas
personales de forma nueva. Por ejemplo, si aprecias mucho la belleza puedes salir
de excursión a la naturaleza o visitar un museo. Si lo tuyo es la creatividad,
escribe una historia o experimenta con la pintura. Lo importante es crear una
nueva manera de utilizar esa fortaleza en el trabajo, en casa o en el tiempo
libre.
Cuando practiques tus fortalezas habitualmente quizás te
sientas con más energía, alegría y entusiasmo, al tratarse de algo auténticamente
tuyo. Después escribe sobre la experiencia: ¿Cómo te sentiste?¿Fue estimulante
la actividad?¿Te resultó fácil?¿Pasó el tiempo rápido?
Se ha demostrado que poniendo en práctica las fortalezas
personales aumenta la felicidad. Las fortalezas que están más asociadas a altos
niveles de felicidad son: esperanza y optimismo, entusiasmo y energía,
capacidad de amar y ser amado, gratitud y curiosidad.
Aldous Huxley afirmaba que “existe al menos un rincón del universo
que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo”. Para Marianne
Williamson “nuestro miedo más profundo no
es que seamos inadecuados... es que somos poderosos sin límite”. Como el
comienzo del año es propicio para hacer nuevos propósitos, quizás quieras empezar
a entrenar tus propias fortalezas. Como decía Píndaro: “Sé tú mismo, atrévete”.
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