miércoles, 22 de octubre de 2014

El peral de mi patio

Me ayudó a plantarlo un amigo cuando todavía era un delgado palillo, con un cepellón con escasas raíces y pocas ramas. El primer año no dio ninguna pera, le bastó con afianzarse en el terreno para ir creciendo, alargando sus ramas, ensanchando el tronco y verdeando sus hojas.

El segundo año recogí en agosto una pera de agua, amarilla y dulce. Al año siguiente fueron unas cuantas, pude contarlas con los dedos de las manos. El cuarto, más de cincuenta. Después dejamos de contar, cuando llenamos varias bolsas. Aunque los pájaros se den un festín, casi todos los veranos tenemos peras suficientes para repartir entre la familia.

Algunos años el árbol descansa y da menos frutos. Alguien me dijo que es lunero y, de vez en cuando, se lo toma con calma. También enfermó y los bichos taladraron los frutos, que se pudrieron antes de tiempo. Una vez, nuestra coneja Margarita se comió la corteza por abajo y el peral resistió a duras penas, protegido por una malla de alambre. Aquel año tampoco hubo cosecha.

Ahora es un árbol hermoso, florece en primavera, da sombra y peras en verano, amarillea en otoño y pierde sus hojas por completo en invierno, tiempo de poda y cuidados para que esté sano la primavera siguiente, para recomenzar de nuevo el ciclo. Primero salen las flores y algunas hojas tempranas. Luego se caen los pétalos y permanecen los tallos de las flores que, poco a poco, con cada riego, van engordando hasta convertirse en peras, primero verdes, amarillas cuando por fin maduran.

Como los árboles, tus proyectos necesitarán tiempo, al principio tendrás que tener paciencia y perseverar. No todos los años serán igualmente productivos. La naturaleza seguirá su curso y no siempre es el mismo. Todo comienza de nuevo cada año. Empieza por plantar la semilla que creará algo nuevo. Después genera las condiciones para crecer y florecer. Y llegará el tiempo de recolectar tus frutos, que sabrán mejor si los compartes.

2 comentarios:

  1. A lo largo de la vida, el río del conocimiento se esconde en varias ocasiones.
    Todo lo que dices es muy cierto.
    Un abrazo... Y un hayku:

    Cielo otoñal...
    Sin remedio se funden
    las nubes blancas.

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  2. Muchas gracias por tu comentario y por el hayku.

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