Recientemente participé en el primer festival internacional de coros polifónicos Ciudad de Antequera. Mi coral fue invitada con motivo del 25 aniversario de la Coral San Sebastián. Fueron unos anfitriones muy generosos y durante dos días me sobraron motivos para sentir admiración. Conocimos lo más destacado de la milenaria cultura de esta hermosa ciudad andaluza. Visitamos la alcazaba árabe para contemplar la ciudad desde arriba con el telón de fondo de la peña de los enamorados. Cantamos en las plazas y calles de la ciudad, en el patio de un centro de arte contemporáneo y en una colegiata renacentista, un antiguo centro de transmisión del saber.
El final del concierto principal
fue emocionante; más de doscientas voces distribuidas por la Colegiata de Santa
María cantamos el coro de los esclavos del Nabucco de Verdi. Me sorprendieron las
miradas emocionadas del público en los aplausos finales. Como dice la letra del
coro quizás “su pensamiento voló con alas doradas para posarse en las
praderas y las cimas”. Según Hans Berger algunas melodías activan el cerebro mediante las ondas alpha, que
aparecen cuando nos relajamos.
Al día siguiente cantamos en
interior del Dolmen de Menga. Es un
monumento megalítico con 5000 años de antigüedad, que se propone este año para
ingresar en la lista de lugares patrimonio de la humanidad. Me admira cómo
fueron capaces de cortar y mover, sin maquinaria, esas enormes piedras con
toneladas de peso. Un enorme esfuerzo de todo un clan de agricultores para
honrar a sus antepasados.
Viví un momento muy especial. Era
la primera vez que se daba un concierto allí. Un centenar de cantantes formamos
un círculo alrededor del pozo iluminado al fondo del dolmen. Entonamos el
Canticurum Iubilo de Haendel: “Dancen
también la música, las olas, las estrellas con el júbilo de los cánticos.
Cantando con nuestros recursos, alegraos, aplaudid”. Me alegró participar
en aquel momento mágico de conexión con algo más grande que uno mismo. Gracias
de corazón a quienes lo hicieron posible
Dolmen de Menga |
Muy buen resumen del fin de semana en Antequera. Yo también lo viví así.
ResponderEliminarGracias por expresarlo tan bien.
Y yo también lo sentí así.. Y cantar en la catedral del paleolítico,,, demasiado hermoso.Todos estuvimos entusiasmados y ensimismados por el descubrimiento de tal belleza y asombro a partes iguales.
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