El final del verano tiene para mí un nombre: FITEC. Es el
festival de teatro de calle que se celebra a finales de septiembre en mi ciudad.
Me permite apurar los últimos sorbos del verano con buen tiempo para estar en
la calle, ver a los amigos y disfrutar de los espectáculos. Subí a la azotea
del ayuntamiento; un escenario privilegiado para contemplar la ciudad desde
arriba. Justo cuando comenzaba el espectáculo de danza, las nubes se apartaron
y contemplamos una puesta de sol espectacular. Una pareja de bailarines
representaron tres escenas sobre las diferentes fases del amor, según el
folleto. Se creó un momento mágico gracias a la música, la coreografía, los
movimientos ágiles y hermosos de los bailarines bajo una sobrecogedora luz dorada.
Enseguida afloraron en mí emociones de asombro y admiración.
La apreciación de la belleza y la excelencia es una
capacidad humana que permite experimentar emociones trascendentes como la
admiración, el sobrecogimiento o la elevación. Se trata de apreciar la belleza
en el arte y la naturaleza, pero también la excelencia moral (los actos de
bondad o altruismo) y la excelencia no moral (talento y habilidades
extraordinarias de músicos, deportistas, etc.) Las personas que poseen esta
fortaleza experimentan más alegría cotidianamente, encuentran más sentido a sus
vidas y pueden conectar más profundamente con otras personas.
Para entrenar esta fortaleza puedes tomar conciencia cada
día de la belleza natural que te rodea: el canto de los pájaros, el paisaje, los
colores del arcoiris, la apertura de una flor. Nota los cambios graduales que
se producen en cada estación. Acércate a un museo, a un concierto o visita los
edificios más hermosos de la ciudad. Haz tu entorno más estético. Decora tu
casa en las ocasiones especiales. Aprecia la bondad de la gente que te rodea.
Como William Blake, quizás encuentres "el mundo en un grano de arena, el paraíso en una flor, la
eternidad en una hora y el universo en la palma de mi mano".
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