Los optimistas esperan que les ocurran cosas buenas. Mantienen la expectativa global de que tendrán un futuro positivo. Las personas optimistas tienen mejor humor y salud, son perseverantes y exitosas, confían en lograr sus objetivos y se esfuerzan, afrontan las dificultades activa y efectivamente, salen fortalecidas de situaciones traumáticas y estresantes, manteniendo elevados niveles de bienestar.
Los optimistas confían en sus capacidades, descubren lo positivo de las personas y las circunstancias, consiguiendo un estado de ánimo positivo y de mayor vitalidad.
Contraindicaciones: puede ser
perjudicial emplear un optimismo ilusorio cuando se está en una situación de
riesgo.
El optimismo es una de las
fortalezas humanas que están asociadas a una mayor felicidad. Es una emoción
positiva secundaria, situada entre la alegría y la anticipación en el modelo de
Plutchich.
Según Martin Seligman un
optimista atribuye:
- Los fracasos a causas externas, pasajeras y concretas.
- Los éxitos a causas internas, duraderas y globales.
Lou Holtz tenía 28 años y una situación crítica: sin empleo, sin dinero y su mujer estaba embarazada de ocho meses. Redactó una lista de 107 metas ambiciosas: cenar en la Casa Blanca, conocer al Papa, ser entrenador de un equipo de fútbol americano, aparecer en el programa televisivo The Tonight Show... Ideándolos y esforzándose, pudo cumplir sus propósitos. Aconseja que “cuando hayas escrito todo lo que quieres conseguir en la vida, asegúrate de que cada día haces algo concreto para cumplir al menos uno de esos sueños”.
Ser optimista es una actitud que
puedes entrenar. Imagina lo mejor del futuro. Puede hacerse realidad.
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