martes, 10 de julio de 2012

Encuentra tu elemento

Si hacemos algo que amamos hacer, aquello en lo que somos verdaderamente buenos, el tiempo transcurre de otra manera. ¿Has tenido alguna vez la sensación de que una hora pasa como si fueran cinco minutos? En ese caso probablemente hayas sentido una emoción positiva llamada fluir, que investigó Mihaly Csikszentmihalyi. Esta emoción aparece en tareas que exigen mucha concentración y compromiso. Existe un reto, pero poseemos habilidades suficientes para afrontarlo. Es una experiencia tan intensa que se siente como si no existiéramos. Nuestra identidad desaparece porque la velocidad de procesamiento del sistema nervioso es limitada. No tenemos suficiente atención para hacer algo que requiera mucha concentración y a la vez percatarnos de que existimos. Al fluir te olvidas de ti mismo y sientes que formas parte de algo más grande, experimentando la alegría del compromiso total con lo que se está haciendo momento a momento.
Se puede fluir con aficiones como pintar, tocar un instrumento o practicar un deporte. También aparece este estado durante el trabajo, en alguna tarea con la que disfrutes y desempeñes muy bien. Se consigue entrar en estado de flujo cuando los desafíos y las habilidades son altos. Fluir es todo lo contrario a estar apático. Cada uno fluye cuando hace lo que realmente quiere hacer.
Ken Robinson propone encontrar nuestro “elemento”, que es un talento natural para desarrollar una habilidad con la que disfrutemos. Se estima que para ser un experto virtuoso en cualquier destreza es necesario invertir 10.000 horas o unos siete años de dedicación. Sólo invertiremos tanto tiempo si es algo que nos gusta hacer.
Hay personas que conocen su elemento muy pronto, casi nacen con él. Mi hija mayor sabe desde los tres años que quiere ser actriz. Si no has encontrado aún tu talento pregúntate: ¿Cuál es mi pasión? ¿En qué soy bueno? ¿Qué estoy dispuesto hacer con ello? Y como decía Goethe: "Si sabes que puedes, o crees que puedes, ponte en marcha. La audacia tiene genio, poder y magia. Comienza ahora.

A continuación la segunda charla TED de Ken Robinson en la que comenta que las comunidades humanas dependen de la diversidad del talento.




martes, 3 de julio de 2012

Ríe como si fueras feliz

Una tarde me quedé atrapado en un atasco con mi hija pequeña y su inseparable amiga. La carretera estaba completamente colapsada y los coches parados. La amiga de mi hija, detectando mi nerviosismo, me dijo que sabía una manera para ponernos más contentos. Me contó que si sonreías durante diez segundos empezabas a sentirte bien. Probamos y en seguida estábamos partiéndonos de risa al ver nuestras caras. En un instante pasamos de estar nerviosos a divertirnos.
Se ha demostrado que si expresamos las manifestaciones externas de la felicidad podemos llegar a sentirnos más alegres. Desde el rostro se envían señales al cerebro que le informan de que estamos sintiendo una emoción determinada y esto hace que efectivamente la sintamos. Igualmente, tendríamos que intentar fruncir el ceño lo menos posible, pues esta expresión provoca tristeza o enfado. 
Normalmente cuando sonreímos las personas responden de forma positiva. La sonrisa es una buena carta de presentación. Es la señal universalmente conocida de una persona amistosa y nos permite entablar mejores relaciones sociales. Eso lo sabemos desde niños. La sonrisa procura a los bebés mayor amor y apego de su familia, garantizándoles su bienestar. Como dice Sonja Lyubomirsky “si sonríes, el mundo sonríe contigo”. 
La risa puede considerarse saludable. Algunas investigaciones han demostrado que reír puede reducir las hormonas del estrés. A corto plazo, la risa y el humor reducen las emociones negativas y aumentan el bienestar subjetivo. A largo plazo, los estilos de humor positivos están relacionados con una buena salud mental, con mayor autoestima y bienestar psicológico. 
Para reír no conozco mejores maestros que los niños, pues ríen mucho más que los adultos. También procuro tener cerca a personas que ríen y hacen reír. Son un auténtico tesoro a cuidar, porque suponen una fuente inagotable de bienestar.
Marge Piercy recomienda “vive como si te gustaras a ti mismo y puede que eso suceda”. Parafraseando diría: vive riendo a menudo y puede que seas más feliz.