miércoles, 18 de diciembre de 2013

Tómate un respiro



Algunas emociones, como el miedo o la tristeza, vienen acompañadas por sensaciones desagradables. Es inevitable sentirlas de vez en cuando, aunque no resulte fácil. Algunos autores afirman que sería ideal sentir tres emociones positivas por cada emoción dolorosa. ¿Qué podemos hacer cuando aparecen? Ni es recomendable huir de esas emociones difíciles, porque tarde o temprano volverán a aparecer, ni tampoco ayuda pensar demasiado mientras nos encontramos mal. Lo adecuado es experimentarlas con apertura. Son respuestas fisiológicas que desaparecen por si solas, si no hacemos nada para alimentarlas.

Mark Williams y otros autores, en el libro “Vencer la Depresión”, proponen darse un respiro de tres minutos. Empieza por buscar un lugar tranquilo que te permita dedicarte unos minutos. Mantén una posición erguida, sentado o de pie, cierra los ojos y pregúntate ¿Cuál es mi experiencia en este momento?

1: TOMAR CONCIENCIA. ¿Qué pensamientos hay en tu mente? Reconócelos como acontecimientos mentales y, si quieres, exprésalos con palabras. ¿Qué sentimientos hay? Aproxímate al malestar emocional que estés sintiendo y reconoce la presencia de los sentimientos desagradables. ¿Qué sensaciones corporales tienes? Explora tu cuerpo para captar las sensaciones de tensión o rigidez.

2. RECOGERSE. Pon ahora tu atención en las sensaciones físicas de la respiración. Observa cómo tu abdomen se expande al inhalar y desciende al exhalar. Sigue el recorrido de la respiración desde que entra el aire hasta que sale.


3. EXPANDIR. Percibe tu cuerpo como un todo. Además de observar la respiración, céntrate en las sensaciones de malestar. Imagina que al inhalar llevas el aire hacia la parte del cuerpo donde sientes malestar y expúlsalo también desde allí cuando espires. Puedes decirte al soltar el aire: “no pasa nada, sea lo que sea está aquí y voy a sentirlo”. Es lo que toca ahora.

Como decía Rumi, “el ser humano es como una casa de huéspedes. Cada mañana, una llegada nueva. Una alegría, una decepción, una maldad, una percepción momentánea aparece como un visitante inesperado. ¡Dales la bienvenida y acógelos a todos!”.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Los mejores momentos



Si hiciera un ranking de las mejores experiencias de mi vida, sin duda, los primeros puestos serían para los nacimientos de mis hijas. Aquellas noches fueron muy emocionantes. Sentí mucha felicidad y admiración. Recién nacidas ya eran seres humanos plenos, aunque diminutos. Me asombró su perfección. Enseguida brotaron el afecto, el cariño y la ternura. También experimenté agradecimiento porque su llegada al mundo comenzara bien. Percibí una sensación de calor y apertura en el pecho.

Según Abraham Maslow, las “experiencias cumbre son los mejores momentos del ser humano, los momentos más felices de la vida”. Estas sensaciones no duran mucho tiempo, pero experimentarlas puede tener consecuencias permanentes. Chad Burton y Laura King comprobaron que escribir quince minutos diarios sobre estas experiencias, durante tres días, es eficaz para disfrutar de mejor salud física y mental.

En un curso de psicología positiva me pidieron que escribiese detalladamente el mejor momento de mi vida, reviviendo los sentimientos, las sensaciones, los pensamientos y las emociones que estaban presentes entonces. Luego, nos invitaron a compartir la experiencia con el compañero. No me extrañó ver el brillo de sus ojos mientras me hablaba del nacimiento de su hijo. Pregunté a la compañera del otro lado si había elegido la experiencia de ser madre como su mejor momento y me dijo que sí. Tres de tres. ¿Casualidad o causalidad? Tal vez, sentir ese torrente de emociones positivas nos ayuda a crear un vínculo afectivo con nuestros hijos, tan necesario como el alimento para su crecimiento.


Quizás, lo que sentí en mis mejores momentos fue elevación, una novedosa emoción positiva que se percibe mediante un fuerte sentimiento de afecto en el pecho, al presenciar actos que muestran lo mejor del ser humano. Experimentar elevación nos inspira para ser mejores, hace que queramos estar, cooperar y ayudar a otras personas. 

¿Cuál fue tu momento cumbre? ¿Cuándo te sentiste intensamente vivo? ¿Cuándo descubriste lo que verdaderamente eres? Lo esencial, parafraseando a Saint Exupery, sólo podrás verlo bien con el corazón.