martes, 25 de junio de 2013

Quéjate lo justo

Pensaba que no me quejaba mucho hasta que leí un libro titulado Un Mundo sin quejas”. Will Bowen proponía un reto que me pareció sencillo: había que ponerse una pulsera morada y estar, durante veintiún días, sin quejarse ni criticar. Si te quejabas, tenías que cambiar la pulsera de mano y empezar a contar de nuevo los días. Tardé por lo menos seis meses en lograr estar tres semanas seguidas sin quejarme. Me di cuenta entonces de las numerosas veces al día que me quejaba por pequeños contratiempos o criticaba a otras personas.

No quejarse es un hábito que recomienda la Universidad de California para cultivar la felicidad. La queja es lo contrario al agradecimiento, enfoca nuestra atención en lo más negativo que sucede.

Hace poco tuve la ocasión de conversar con Gonzalo Hervás, uno de los grandes investigadores de la psicología positiva en España. Le pregunté: “¿cuándo está justificado quejarse?”. Me respondió: “es una cuestión de proporción”. Me explicó que la queja sirve fundamentalmente para expresar lo que nos preocupa y para buscar soluciones conjuntamente con otra persona a ese problema. Esta función de expresión se satisface con cinco minutos de queja.

Podemos decidir la respuesta que damos a lo que ocurre, en eso consiste ser proactivo. Stephen Covey imaginó un círculo de preocupación, que contiene otro más pequeño de influencia. Cuanto más nos centremos en rumiar las preocupaciones, más pequeño se hará nuestro círculo de influencia. Al contrario, si actuamos afrontando activamente el problema y resolviéndolo, podremos influir en nuestro entorno, aumentando nuestra sensación de control y de autoeficacia.

Según Jean de la Fontaine: "El dolor es siempre menos fuerte que la queja". Quejándonos de vicio la vida se hace más gris y menos satisfactoria. Evita quejarte por cosas sin importancia y cuando te quejes mira el reloj. Cinco minutos bastan. No llenes tu vida de quejas. Recuerda el viejo proverbio: “Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas? Si no lo tiene ¿por qué te quejas?”

lunes, 10 de junio de 2013

La rueda del bienestar

Quizás te hayas preguntado alguna vez por qué malograron sus vidas personas con éxito y talento, que aparentemente lo tenían todo para ser felices como, por ejemplo, Michael Jackson o Amy Winehouse. Quizá dedicasen demasiada energía a conseguir el éxito y descuidasen otras necesidades importantes para el bienestar. Se considera que existen seis necesidades psicológicas básicas.

Vinculación: está muy asociada al bienestar y se satisface contando con relaciones personales estables, que nos proporcionen cuidado mutuo e intimidad.
Competencia: cuando satisfacemos esta necesidad sentimos que dominamos distintas facetas de nuestra vida, especialmente, el ámbito del trabajo.
Autonomía: engloba sentirse independiente y expresar la propia identidad. La independencia económica y elegir una profesión que nos guste ayudan a cubrir esta necesidad.
Auto-aceptación: requiere una actitud de comprensión y cuidado hacia uno mismo. Está relacionada con la autoestima, pero no es exactamente igual.
Sentido vital: es el deseo de sentir que nuestra vida es útil, valiosa y tiene un propósito. Decía Nietzsche “quien tiene un porqué para vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo”. Tener una meta en la vida ayuda a resistir mejor el estrés, afectando éste menos a la salud física o psicológica.
Crecimiento: nos permite plantearnos nuevos retos y poner proyectos en marcha, seguir aprendiendo y mejorando, buscando la realización personal.

Para conseguir felicidad y bienestar duraderos hay que mantener un equilibrio saludable entre todas las necesidades psicológicas. Como en el juego del Trivial, para ganar la partida del bienestar hay que completar el círculo, satisfaciendo necesidades de todos los colores: tener suficiente amor y amistad, sentirse competente para afrontar los retos de la vida, poder elegir el propio destino, aceptarse y quererse a uno mismo, encontrar un sentido para vivir y seguir creciendo hasta el último día.

Decía José Luis Sampedro que “tenemos una sola vida y la obligación de vivirla”. De la mejor manera posible. Una buena vida que merezca las penas. Elevando al máximo nuestro potencial para llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos.

Este cuadro resume el esquema de necesidades psicológicas básicas que propuso Riff.