sábado, 26 de diciembre de 2015

El mejor regalo

Esta Navidad viví una experiencia emotiva con mi coral. En estas fechas solemos cantar villancicos en las calles de mi ciudad. Muchos transeúntes se paran, curiosos, a escuchar. Al final, entonamos “Noche de paz”. Una compañero propuso al director que nos dispersáramos entre el público y cantásemos con ellos.

Fue muy curioso cantar, mientras te cruzabas con otras voces: los sonidos graves de los bajos, los agudos de las sopranos o las armonías intermedias de las contraltos. Fue muy emocionante. La música une a las personas y tiene el poder de emocionar. Vi caras de sorpresa y admiración entre el publico, apareciendo alguna que otra lágrima. Una mujer dijo: “ya me habéis hecho el regalo de Navidad”.


Los mejores regalos no tienen que ser algo material. Las experiencias aportan, a largo plazo, mayor bienestar que los objetos. La felicidad que se siente por un regalo material es pasajera. En cambio, la felicidad que proporciona una experiencia es duradera, porque podemos recordarla siempre.

Esta Navidad prueba a regalar experiencias: una escapada a un hotel, entradas para el teatro o para un concierto, un masaje relajante… Si regalas objetos, procura que proporcionen experiencias, por ejemplo, una bicicleta, un juego de mesa o un equipo de sonido. Están de moda los juegos de escape, que están diseñados para proporcionar una experiencia de fluir. Es una emoción positiva que aparece cuando estamos muy implicados en una tarea, que supone un reto y hace perder la noción del tiempo. En estos juegos pueden participar grupos de hasta seis personas y hay que descifrar varios enigmas, para poder escapar de la sala, antes que finalice el tiempo establecido.

Lo que proporciona mayor bienestar son las relaciones interpersonales positivas. Para sentirte bien, no hay mejor regalo que volver a estar con los que te quieren. En Navidad también se puede sentir nostalgia por los que no están. Entonces, como decía André Dubus, “podemos abrazar con todo corazón lo que quede de la vida después de las pérdidas”.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Soñar lo mejor por venir

Los optimistas esperan que les ocurran cosas buenas. Mantienen la expectativa global de que tendrán un futuro positivo. Las personas optimistas tienen mejor humor y salud, son perseverantes y exitosas, confían en lograr sus objetivos y se esfuerzan, afrontan las dificultades activa y efectivamente, salen fortalecidas de situaciones traumáticas y estresantes, manteniendo elevados niveles de bienestar.

Los optimistas confían en sus capacidades, descubren lo positivo de las personas y las circunstancias, consiguiendo un estado de ánimo positivo y de mayor vitalidad.

Contraindicaciones: puede ser perjudicial emplear un optimismo ilusorio cuando se está en una situación de riesgo.

El optimismo es una de las fortalezas humanas que están asociadas a una mayor felicidad. Es una emoción positiva secundaria, situada entre la alegría y la anticipación en el modelo de Plutchich.


Según Martin Seligman un optimista atribuye:
  •          Los fracasos a causas externas, pasajeras y concretas.
  •          Los éxitos a causas internas, duraderas y globales.
Es posible aprender a ser más optimista. Laura King ideó un ejercicio para describir el mejor yo futuro posible. El modelo ABC (Adversity, Beliefs y Consequences) de Albert Ellis plantea que ante una adversidad pueden producirse creencias, que determinan unas consecuencias emocionales y de comportamiento. Se pueden discutir las creencias pesimistas, anticipando otros resultados probables más optimistas y constructivos. Mi madre dice que los pesimistas sufren dos veces; al pensar y al vivir.

Lou Holtz tenía 28 años y una situación crítica: sin empleo, sin dinero y su mujer estaba embarazada de ocho meses. Redactó una lista de 107 metas ambiciosas: cenar en la Casa Blanca, conocer al Papa, ser entrenador de un equipo de fútbol americano, aparecer en el programa televisivo The Tonight Show... Ideándolos y esforzándose, pudo cumplir sus propósitos. Aconseja que “cuando hayas escrito todo lo que quieres conseguir en la vida, asegúrate de que cada día haces algo concreto para cumplir al menos uno de esos sueños”

Ser optimista es una actitud que puedes entrenar. Imagina lo mejor del futuro. Puede hacerse realidad.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Orgullo y humildad

Recientemente, me sorprendió la respuesta de un candidato a las próximas elecciones generales. Le preguntaron: “¿ha ganado usted el debate?” y contestó: “humildemente, sí”. Me pareció una respuesta contradictoria. En nuestra cultura, ir de sobrado no está muy bien visto. Por ello, la emoción de orgullo no se expresa demasiado. En un estudio se comprobó que muchos niños españoles entre seis y siete años no entienden el significado de orgullo, mientras que los holandeses con esas edades no comprenden la palabra vergüenza.

El orgullo es una emoción autoconsciente que implica una valoración positiva de uno mismo, al evaluar una acción propia como un éxito. La expresión universal del orgullo es: cabeza atrás, pecho erguido y manos en las caderas o elevadas en el aire, como los atletas al ganar una carrera.

El orgullo es una emoción positiva que también puede tener, socialmente, connotaciones negativas. En una conferencia, Gonzalo Hervás afirmaba que es beneficioso sentir orgullo internamente, aunque es mejor no exteriorizarlo demasiado, poniendo “cara de póquer”.

La humildad es más valorada en todas las culturas. Es una de las veinticuatro fortalezas personales, estudiadas por Seligman y Peterson, derivadas de las seis virtudes consideradas universales.

Las personas humildes no se creen más especiales que otros y no buscan ser el centro de atención. Dejan que sus hechos hablen por ellos. No necesitan alardear de sus aspiraciones, victorias o derrotas.

VIA Institute on Character propone tres prácticas que ayudan a fortalecer la humildad:

  • Tus éxitos y fortalezas hablan por sí solos. Son visibles para los demás y es preferible no presumir en exceso.
  • Si cometes errores, puedes admitirlos y aceptarlos. Siempre es posible pedir perdón, si fuera necesario.
  • Puedes dejar que otros brillen en las reuniones con amigos, familia o compañeros.

Nietzsche pidió: “que mi orgullo vaya del brazo con mi cordura”. Decía Ernesto Sábato que “para ser humilde se necesita grandeza”. Quizás, como indicó Henry F. Amiel, “la verdadera humildad consiste en estar satisfecho”. Cuando estoy bien, no necesito mucho más.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Dar lo mejor de uno mismo

En noviembre se celebran muchos conciertos en mi ciudad. Mi hija toca la batería en un combo junior de la escuela de música y estaba nerviosa antes del concierto. De niña apenas se alteraba aunque, en la adolescencia, los nervios comenzaron a aparecer en estas situaciones. Un chico le comentó antes de empezar: “Si te equivocas ¿crees que cinco minutos después alguien se va acordar?” Decidió salir a disfrutar y me dijo que se sintió viva.

Unos días después estrenaba con mi coral una versión escenificada del Carmina Burana. Después del ensayo previo al concierto vi a algunas personas nerviosas. Además de cantar tenían que hacer de actores o de bailarinas, lo que provocaba una tensión adicional.

La relación de la activación con el rendimiento tiene forma de campana. Los nervios ayudan a rendir hasta cierto punto. Demasiados pueden perjudicar. Pedí a una persona que antes de salir a escena mantuviese durante un par de minutos una “postura de poder”. La expresión corporal de un atleta cuando gana una carrera es expansiva: saca pecho, extiende los brazos y levanta la barbilla. La psicóloga social Amy Cuddy comprobó que mostrar una actitud de seguridad (aunque te sientas inseguro) eleva los niveles de testosterona y disminuye los de cortisol, que es la hormona del estrés. Esto ayuda a estar mejor preparado ante una situación exigente y aumenta las probabilidades de éxito. 

Me apliqué a mí mismo este consejo. Dediqué unos minutos en el camerino a echar mis hombros hacia atrás, colocando mis brazos en jarras y disfruté del concierto desde el primer minuto. Hubo momentos verdaderamente mágicos en los que me embargó la emoción. Al final, recibimos una larga ovación. Al salir vi muchos ojos brillantes. Cuando observamos algo interesante, que nos provoca emociones de agrado y placer, las pupilas se dilatan. 

Fernando Pessoa decía “pon todo lo que eres en lo mínimo que hagas”. En aquella noche especial, la suma de muchos talentos hizo que creáramos algo grande.

A continuación puedes ver una charla TED de Amy Cuddy: El lenguaje corporal moldea nuestra identidad.



viernes, 6 de noviembre de 2015

Un ritual para la despedida

Apenas conocí a José Ramón. Crucé con él algunas palabras cuando llevaba a mis hijas a clases en la escuela de música. Su muerte ocurrió en verano, cuando la coral interrumpe sus ensayos por vacaciones. Se encargó un funeral para una fecha próxima a Todos los Santos. Fue uno de los más hermosos que he presenciado. Se celebró en la catedral donde se estrenó la Coral Polifónica de Getafe en 1.988.

Antes de empezar, una coralista veterana leyó unas palabras escritas de corazón para darle las gracias al maestro. Tras un interludio musical, cantamos el conmovedor inicio del Réquiem de Mozart en Re menor que, en unos compases, empieza expresando sobriedad, después pena, para terminar en un estallido de rabia.

El sacerdote en su homilía habló de fortalezas humanas como la gratitud y la apreciación de la belleza, que también son materia de estudio de la Psicología Positiva. Utilizó una bella metáfora, comparando la música con el incienso que al quemarse se eleva hasta cielo. Casualmente, también hay una emoción positiva llamada elevación que se experimenta como un fuerte sentimiento de afecto en el pecho (Haidt, 2002). Surge cuando presenciamos actos que reflejan lo mejor del ser humano y provoca un deseo de ser mejores personas. Sentí gratitud por la labor realizada por José Ramón. Su obra ha perdurado trascendiendo más allá de su propia vida, para hacer más valiosas otras muchas vidas.

Fuimos cantando distintas canciones según iba transcurriendo la ceremonia. Fue muy emotivo cantar Lacrimosa durante la comunión, aunque entrañó un reto cantarla a capela por su dificultad. Al salir, una mujer me dijo que “los cristianos deberíamos estar contentos porque él está bien”. Le respondí que ya no está aquí y las pérdidas ocasionan tristeza.

En un curso de coaching me preguntaron: ¿qué pondrías en tu epitafio? No supe qué responder. Algún tiempo después la respuesta llegó sola a mi cabeza y me ayudó a clarificar un sentido para  mi vida. 

Carpe diem, tempus fugit.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Un círculo mágico

Recientemente participé en el primer festival internacional de coros polifónicos Ciudad de Antequera. Mi coral fue invitada con motivo del 25 aniversario de la Coral San Sebastián. Fueron unos anfitriones muy generosos y durante dos días me sobraron motivos para sentir admiración. Conocimos lo más destacado de la milenaria cultura de esta hermosa ciudad andaluza. Visitamos la alcazaba árabe para contemplar la ciudad desde arriba con el telón de fondo de la peña de los enamorados. Cantamos en las plazas y calles de la ciudad, en el patio de un centro de arte contemporáneo y en una colegiata renacentista, un antiguo centro de transmisión del saber.

El final del concierto principal fue emocionante; más de doscientas voces distribuidas por la Colegiata de Santa María cantamos el coro de los esclavos del Nabucco de Verdi. Me sorprendieron las miradas emocionadas del público en los aplausos finales. Como dice la letra del coro quizás “su pensamiento voló con alas doradas para posarse en las praderas y las cimas”. Según Hans Berger algunas melodías activan el cerebro mediante las ondas alpha, que aparecen cuando nos relajamos.

Al día siguiente cantamos en interior del Dolmen de Menga. Es un monumento megalítico con 5000 años de antigüedad, que se propone este año para ingresar en la lista de lugares patrimonio de la humanidad. Me admira cómo fueron capaces de cortar y mover, sin maquinaria, esas enormes piedras con toneladas de peso. Un enorme esfuerzo de todo un clan de agricultores para honrar a sus antepasados.

Viví un momento muy especial. Era la primera vez que se daba un concierto allí. Un centenar de cantantes formamos un círculo alrededor del pozo iluminado al fondo del dolmen. Entonamos el Canticurum Iubilo de Haendel: “Dancen también la música, las olas, las estrellas con el júbilo de los cánticos. Cantando con nuestros recursos, alegraos, aplaudid”. Me alegró participar en aquel momento mágico de conexión con algo más grande que uno mismo. Gracias de corazón a quienes lo hicieron posible

Dolmen de Menga
.

jueves, 22 de octubre de 2015

Un momento de atención

Al comienzo del verano estaba desayunando en una cafetería y se acercó a saludarme una coordinadora de la delegación municipal de cultura. Casualmente llevaba un ejemplar de “Todos los días eran buenos” y se lo enseñé. Me propuso presentarlo en octubre en el principal festival literario de mi ciudad.

El día de la presentación el tiempo presagiaba tormenta. Era un domingo por la tarde lluvioso. Muchas amistades ya habían ido a una presentación anterior y temí que hubiera escasa asistencia. A la hora de empezar sólo estábamos mi madre, sus amigas y alguna persona más. La puntualidad española es proverbial. Poco a poco fueron llegando amigos, familiares y conocidos. Hasta llegó un fotógrafo que nos hizo posar con el libro. Hubo éxito de público. Mi madre contabilizó sólo dos sillas sin ocupar.

Convencí a mi madre para que subiera conmigo al escenario. Comencé a explicar el origen del libro: en 2013 conocí una investigación que demostró que recordar los sucesos positivos del pasado aumentaba el bienestar de los mayores. Pensé que no podía perderme aquella experiencia con la mujer más positiva que conozco: mi madre. Luego empezamos a contar anécdotas que se recogen en el libro y nos reímos mucho. Loles me dijo que no se cansa de leerlo.

A mitad de la charla empezó a caer el diluvio universal. El encargado del sonido empezó a bajar las persianas para evitar que el agua entrara en la caseta instalada en medio de la plaza. Me sentí a gusto con esa lluvia, aunque el estruendo de gotas salpicando sobre el techo apenas me dejara entender las preguntas del público. La calle estaba desierta y sentí cierto recogimiento. Afuera brama la tempestad pero lo que importa está aquí y ahora. Aquel momento era sólo para nosotros y no para ser mirado por los transeúntes.

Una mujer me dijo que mi madre me había dado la vida y que yo se la había devuelto. ¡Ojalá pudiera ofrecerle todo lo que me entregó!

viernes, 2 de octubre de 2015

Disfruta de la belleza

El final del verano tiene para mí un nombre: FITEC. Es el festival de teatro de calle que se celebra a finales de septiembre en mi ciudad. Me permite apurar los últimos sorbos del verano con buen tiempo para estar en la calle, ver a los amigos y disfrutar de los espectáculos. Subí a la azotea del ayuntamiento; un escenario privilegiado para contemplar la ciudad desde arriba. Justo cuando comenzaba el espectáculo de danza, las nubes se apartaron y contemplamos una puesta de sol espectacular. Una pareja de bailarines representaron tres escenas sobre las diferentes fases del amor, según el folleto. Se creó un momento mágico gracias a la música, la coreografía, los movimientos ágiles y hermosos de los bailarines bajo una sobrecogedora luz dorada. Enseguida afloraron en mí emociones de asombro y admiración.

La apreciación de la belleza y la excelencia es una capacidad humana que permite experimentar emociones trascendentes como la admiración, el sobrecogimiento o la elevación. Se trata de apreciar la belleza en el arte y la naturaleza, pero también la excelencia moral (los actos de bondad o altruismo) y la excelencia no moral (talento y habilidades extraordinarias de músicos, deportistas, etc.) Las personas que poseen esta fortaleza experimentan más alegría cotidianamente, encuentran más sentido a sus vidas y pueden conectar más profundamente con otras personas.

Para entrenar esta fortaleza puedes tomar conciencia cada día de la belleza natural que te rodea: el canto de los pájaros, el paisaje, los colores del arcoiris, la apertura de una flor. Nota los cambios graduales que se producen en cada estación. Acércate a un museo, a un concierto o visita los edificios más hermosos de la ciudad. Haz tu entorno más estético. Decora tu casa en las ocasiones especiales. Aprecia la bondad de la gente que te rodea.

Como William Blake, quizás encuentres "el mundo en un grano de arena, el paraíso en una flor, la eternidad en una hora y el universo en la palma de mi mano".

Si quieres ver un emocionante ejemplo de excelencia moral pulsa aquí

viernes, 11 de septiembre de 2015

Risa frente a estrés

Hace unos meses presenté un libro en una librería que estaba a rebosar de familiares y amigos. Asistió también una mujer extranjera con su familia. Unos días después me comentó que estuvieron a punto de marcharse porque, como todos éramos españoles, se sentían fuera de lugar. Los presentadores fueron mis hermanos que, entre humo y música galáctica, aparecieron disfrazados de extraterrestres con ojos saltones y cerebros prominentes. Las risas empezaron a brotar y lo pasamos verdaderamente bien con sus divertidas preguntas. Puedo presumir de haber tenido una presentación de otro planeta. Aquella mujer me dijo: “con la risa desapareció el miedo”. Se quedó hasta el final y le pareció una buena idea haber empleado el humor para relajar el ambiente.

El filósofo John Monreall afirma que la risa es un signo de confianza y puede ayudar a inhibir la respuesta agresiva. Psicólogos de la Universidad de Kansas demostraron en 2012 que sonreír al padecer una situación estresante permite disminuir los efectos nocivos del nerviosismo sobre el organismo, al reducir la frecuencia cardiaca. Sonriendo nos recuperamos mejor de las situaciones estresantes. Tara Kraft y Sarah Pressman observaron a personas que sonreían mientras metían la mano en agua helada. Tras recuperarse tenían una frecuencia cardiaca más baja que los que mantenían una expresión facial neutra. Aunque no supieran que estaban sonriendo, al sostener con los labios unos palillos que forzaban sus músculos faciales para mantener una sonrisa. Concluyeron que sonreír durante situaciones estresantes breves puede disminuir la intensidad de la respuesta del organismo al estrés, independientemente de sentirse feliz o no. Pressman recomienda esbozar brevemente una sonrisa en situaciones estresantes como un atasco. “No sólo va a aguantar mejor su situación psicológicamente, sino que además así ayudará a mantener la salud de su corazón”.

Decía Landero que “la risa es, en tiempos de crisis, una forma de rebeldía”. Que no se te escape ninguna oportunidad para reír. A los cuatro meses ya sonreíamos a nuestros padres. Es algo bueno para vivir.

viernes, 17 de julio de 2015

Recuerda los buenos momentos

Pertenezco a una familia numerosa. Crecí rodeado de niños y las anécdotas de entonces son innumerables. Recuerdo algunas tardes de verano muy divertidas rememorando con mis hermanos las trastadas de la infancia. Acababa doliéndome la mandíbula de tanto reír. Recordar lo mejor del pasado no te deja indiferente, hace que te sientas mejor.

Recientemente he publicado un libro con los recuerdos más positivos de la vida de mi madre. Fue una experiencia muy placentera. Vendí un libro a un compañero de mi mujer que es psicólogo. Meses después me envió por correo electrónico un artículo que explicaba el poderoso efecto que produce activar los recuerdos positivos en el cerebro de los roedores. Susumu Tonegawa demostró con ratones que reactivar de forma artificial recuerdos positivos puede suprimir los efectos de la depresión inducida por estrés. Mediante la optogenética este investigador consigue activar o desactivar neuronas, que previamente han sido modificadas por un virus que introduce una proteína que reacciona a la luz. El experimento consistía en proporcionar al ratón una experiencia gratificante, introduciendo una hembra de la misma especie en la jaula. Se escanearon las neuronas que se activaban para almacenar las distintas experiencias. En este caso las neuronas marcadas formaban parte del giro dentado, que es una parte del hipocampo que se encarga de formar recuerdos. Después se expuso al ratón una experiencia neutra, dejándolo solo en la jaula y, por último, a una experiencia estresante, inmovilizándolo durante diez días. El estrés continuado produce depresión, que se caracteriza por pasividad y falta de interés por las experiencias agradables. Una vez deprimido, el ratón no reaccionaba aunque volvieran a situarle junto a una hembra. En cambio, activando los recuerdos positivos con “luminoterapia”, en cinco días se revertían los síntomas de depresión. La mejora permaneció en el tiempo y los ratones se hacían resistentes a nuevas situaciones de estrés, que no lograban deprimirlos.

Como me dijo mi madre: “Recordar es vivir de nuevo”. Los buenos recuerdos tienen el poder de sanar.

viernes, 10 de julio de 2015

Dueños del destino

Hace un año mi amiga se quedó sin trabajo. La alcaldesa despidió por decreto a cuatro trabajadores fijos que querían crear un sindicato. Sentí como propia la tensión por aquella injusticia. Muchas cosas pasaron desde entonces. Todas las semanas hubo manifestaciones. En cada acto público en la ciudad había camisetas negras que exhortaban: ¡Readmisión ya! El sindicato finalmente se constituyó y ganó las elecciones sindicales en el ayuntamiento. Las sentencias fueron confirmando que los despidos eran improcedentes. Reconozco que, cada vez que recibía una buena noticia a través del blog que crearon para informar de las reivindicaciones, sentía oleadas de optimismo y deseé con todas mis fuerzas que pudieran recuperar su empleo.

Por fin, hubo elecciones municipales y se produjo un cambio de gobierno. Una de las primeras medidas de la nueva corporación fue readmitir a los cuatro despedidos. El nuevo alcalde y los concejales les recibieron en la puerta del consistorio el día de su regreso. Al entrar, el hall estaba atestado de trabajadores municipales que, ataviados de negro, formaron un pasillo para darles la bienvenida. Al fondo, once sindicalistas se despojaron de sus camisetas negras y las tiraron al centro del vestíbulo. Ya no eran necesarias. En su lugar aparecieron camisetas blancas, con una letra cada una, que componían la palabra READMITIDOS. Misión cumplida. Entonces todos los trabajadores lanzaron sus camisetas negras formando una montonera que sepultó la vergüenza por unos despidos que nunca debieron suceder. Imagino que en su lugar emergió un sentimiento de orgullo colectivo por alcanzar un logro tan difícil para los tiempos que corren. Como decían los mosqueteros: “Uno para todos y todos para uno”. Con la lucha de todos consiguieron hacer justicia.

Por la noche habíamos quedado a cenar y pregunté a mi amiga por cómo se había sentido. Se emocionó al agradecer a sus compañeros el apoyo que les prestaron. Percibió mucha alegría y solidaridad. Como en el poema “Invictus” quizá pudieron sentirse “dueños de su destino y capitanes de su alma”.

viernes, 19 de junio de 2015

El largo camino hacia el perdón

Recientemente me emocionó un artículo que contaba una experiencia en institutos de Euskadi a los que asistieron víctimas del terrorismo a contar su experiencia sobre cómo perdonaron a sus agresores. Me producen admiración las personas que han perdido seres queridos o sufrido daños y son capaces de dejar atrás el dolor del pasado para vivir una vida más plena, alejada del resentimiento.

Hace unos días asistí a un curso de psicología positiva impartido por Gonzalo Hervás. Nos dijo que perdonar implica una intención de reducir o eliminar la ira, el rencor y el odio. Pero no supone reconciliarse, ni tolerar o excusar un comportamiento dañino. Perdonar aumenta la autoestima, reduce la ira, la ansiedad y la depresión.

No perdonar activa el sistema cerebral de evitación de peligros y de la protección. Cuando el daño es reciente tiene sentido que se active el rencor, porque nos ayuda a ponernos a salvo. Pero cuando permanecen indefinidamente aquellas heridas emocionales antiguas que dejaron relaciones mal curadas, el resentimiento impide que usemos nuestro sistema emocional para vivir las relaciones más plenamente.

Cuando nos atragantamos con un trozo de comida tragamos agua para que pase. Perdonar sirve para desatascar esos rencores que nos hacen sentir mal cada vez que se activa el recuerdo de quien nos hizo daño.

Una estrategia para aprender a perdonar es:

  1. Recordar la agresión: no se trata de rumiar obsesivamente pensamientos sobre el hecho, sino de sentir las emociones asociadas que son sólo nuestras. Dales espacio para aceptarlas y comprenderlas. Respirar pensando que “es normal que me sienta así” puede ayudar.
  2. Comprender al agresor: Intenta entender su punto de vista.
  3. Reconocer los propios errores: Valora si hubo algo que hicieras mal.
  4. Comprometerse a perdonar: Tomar la determinación de perdonar cada vez que recuerdes a la otra persona.

Dice un proverbio chino que “de las nubes más negras cae un agua limpia y fecundante”. Perdonar puede disipar los oscuros nubarrones del rencor, despejando tu mente.

viernes, 12 de junio de 2015

La fuerza del grupo

Recientemente impartí un taller sobre psicología positiva a un grupo especialmente longevo. Se trataba de una escuela de padres que llevan reuniéndose durante más de treinta años cada tres semanas para aprender y debatir sobre diversos temas. Nos lo pasamos muy bien y nos reímos mucho. Reconozco que sentí cierta envidia por no pertenecer a un grupo como ése.

Los grupos según la ley natural también nacen, se reproducen y mueren. Es admirable tener el empeño y la inteligencia suficiente para mantener unido a un grupo durante tantos años. 

Hay una relación causa-efecto entre relaciones sociales y felicidad. Los grupos sociales satisfacen muchas necesidades vitales. Los humanos estamos motivados para mantener relaciones sociales fuertes, sostenidas en el tiempo y positivas. Pertenecer a un grupo permitió sobrevivir a nuestros ancestros. Es de vital importancia.

Contando con apoyo social se puede hacer frente mejor a los problemas. Cuántas veces nos sentimos mejor al contar nuestras preocupaciones a un amigo, que puede ayudarnos de forma tangible, emocional o dándonos información que ayude a resolver el asunto que nos preocupa. 

Algunas estrategias para mejorar las relaciones sociales son sencillas, empezando por dedicar más tiempo. Al parecer, las parejas más felices dedican al menos cinco horas semanales a estar juntos. A hablar, a compartir aficiones o simplemente dar un paseo. Con los amigos también es necesario pasar un tiempo valioso de vez en cuando.

Otra forma de hacer amigos es mostrar admiración sincera, agradecimiento y afecto, con palabras o físicamente. Qué agradable es sentir que nos valoran. Atrévete a mostrar lo mejor que llevan en su interior los que te rodean, como hacía Miguel Ángel extrayendo belleza de un bloque de piedra.

Celebra los éxitos de los demás de manera activa y constructiva. Hace poco hice realidad un libro en el que empleé dos años. Recibí reacciones que iban casi del desprecio a la indiferencia, pasando por el interés, la alegría y el entusiasmo. MI confianza aumentó sólo con los que celebraron mi logro.

viernes, 5 de junio de 2015

Un vínculo entre generaciones

La semana pasada entregué los beneficios del libro “Todos los días eran buenos” a FUNDELA, una fundación que investiga la Esclerosis Lateral Amiotrófica, enfermedad que desgraciadamente se llevó a mi padre. No quería ganar dinero por publicar un libro sobre la vida de mi madre y acordamos donar lo que recaudáramos a una buena causa. Encargué un cheque en un tamaño grande con el importe donado y fui a hacerme una foto con la presidenta de la organización.

Aproveché que estaba en Madrid para hacer otras gestiones y mis pasos me llevaron delante del hotel en el que mis padres celebraron su luna de miel, en la misma calle a la que me dirigía. Mientras esperaba a que me atendieran, con el teléfono envié la foto y un mensaje de agradecimiento a las personas que habían comprado el libro. Al salir caminé por la calle General Oraá, donde residió mi madre por primera vez en la capital. Decidí pararme a tomar un café. La mujer que iba delante pidió un suizo. ¿Cuántos años hacía que no me comía uno? Recuerdo que en mi infancia era uno de los pocos dulces que teníamos posibilidad comprar porque eran los más baratos. Pedí un suizo y aquel sabor me transportó a los tiempos en los que miraba el escaparate de la pastelería de camino al colegio con la nariz pegada al cristal. Enseguida me sacó del ensueño el teléfono, sonando con decenas de mensajes que me felicitaban. Al rato la emoción emborronó mis ojos.

Caminando hacia la estación de cercanías tropecé con el Museo de Ciencias Naturales. Compré una entrada y volví a sentir la fascinación infantil por los animales. Me reí con las respuestas de los niños a las preguntas de los educadores del museo. Recuerdo vagamente haber estado con mis padres de niño en ese lugar encantador. Experimenté un sentimiento de conexión con mis antepasados. Ellos perduran en mí. Soy quien soy gracias a ellos. Guardo del olvido su memoria.

viernes, 15 de mayo de 2015

Entrar en la zona

Mi ciudad bullía de actividad el pasado fin de semana. A media tarde fui con mi hija mayor a un festival de cultura urbana y me maravillé con las habilidades que muestran los jóvenes, ya sea en bicicleta, en patines o haciendo acrobacias sobre la cuerda floja. Pasamos luego a una pequeña sala a ver una obra de microteatro, en la que pudimos contemplar muy cerca el talento de los actores para expresar emociones. 

Por la tarde participé en un encuentro de corales en un entorno muy hermoso: el patio porticado del Hospitalillo de San José que fue construido a principios del siglo XVI y es un oasis de tranquilidad en medio de la ciudad. La Coral Real Capilla de Aranjuez, como agrupación vocal invitada, cantó un repertorio sobre la obra de Santa Teresa que nos transportó a la época en la que se construyó el edificio hace quinientos años. Disfruté mucho cantando con mi coral un repertorio variado y hasta un pájaro encaramado a un árbol parecía seguir el ritmo con su canto. Al salir de noche los zombis habían tomado la ciudad. Miles de jóvenes corrían despavoridos para evitar a los muertos vivientes y conseguir realizar las pruebas de una macro yincana.

Probablemente todas estas actividades tienen en común que permiten entrar en un estado placentero llamado fluir. Los deportistas llaman “entrar en la zona” a sentir ese estado de concentración total. Cuando entras en estado de flujo estás tan absorto en la actividad que pierdes el sentido del tiempo, que pasa en un suspiro. Para que se produzca este estado tiene que haber un equilibrio entre la dificultad de la tarea y los recursos internos para llevarla a cabo. Se puede fluir con múltiples actividades en el tiempo libre o en el trabajo. Sencillas como conversar o difíciles como tocar el piano. Esta sensación generada internamente nos hace sentir más satisfechos con la vida, conectándonos al momento presente, para vivir de manera más rica y plena.

viernes, 8 de mayo de 2015

Saborear o analizar

Quizá nos preocupemos por cosas que nunca ocurrirán, como decía Mark Twain: "soy un hombre muy viejo y que ha sufrido un gran número de desgracias, de las cuales la mayor parte nunca sucedieron". Otras veces nos duelen aflicciones del pasado que siguen incomodándonos en el presente. En ocasiones son trivialidades que no tienen demasiada importancia. También hay preocupaciones debidas a problemas serios.
Una investigación de SonjaLyubomirsky concluyó que somos más felices cuando revivimos los sucesos positivos y cuando analizamos las experiencias negativas.
Disfrutamos volviendo a saborear mentalmente los recuerdos positivos como en un videoclip. Recuerdo algunas tardes inolvidables junto a mis hermanos rememorando anécdotas divertidas de la infancia con las que nos tronchábamos de risa.
Con respecto a los momentos traumáticos habría que hacer todo lo contrario, en vez de revivirlos emocionalmente, es importante analizarlos para entender mejor lo que pasó, para aceptar lo que nos ha ocurrido, para encontrarle algún sentido y aprender a superarlo para seguir adelante.
Preocuparse sin más resulta improductivo. Una maestra de meditación me dijo que cuando ocurriera algo malo me preguntase: ¿Qué puedo aprender de ello?
Según Ajahn Sumedho “tenemos que abrir nuestras mentes al sufrimiento porque es abrazando el sufrimiento cuando el sufrimiento cesa”. Un ejercicio que se ha demostrado eficaz para aliviar el sufrimiento es la escritura expresiva. Consiste en llevar un diario en el que demos rienda suelta a lo que nos preocupa. Se trata de comprender y no de reproducir la infelicidad. El ejercicio que diseñó y ha investigado James Pennebaker protege inmunológicamente, relaja, permite dormir mejor y disminuye la presión arterial. Se trata de escribir sobre algún tema que nos preocupe durante cuatro días seguidos, 20 minutos diarios. No se trata de pensar, sino de expresarse, dejándose llevar por las palabras de manera automática. No se debe de repasar lo escrito hasta el último día, entonces se puede analizar si hemos escrito algo que nos pueda ayudar.
Si tienes problemas, deja que tu inconsciente escriba sobre ellos.

jueves, 30 de abril de 2015

Miradas que sanan

A veces la vida te pone donde no esperabas. Ver frustradas las propias expectativas lleva a sufrir algo parecido a un duelo por lo que no pudo ser. Cuando no puedes hacer nada para cambiar las cosas que ocurren, toca aprender a aceptar la realidad.

Sabina preguntaba en una canción: “¿Quién me ha robado el mes de abril? ¿Cómo pudo sucederme a mí?”. No encontramos respuestas razonables para las preguntas que nos hacemos cuando padecemos una decepción o la vida nos trata injustamente.

Marzo fue para mí una montaña rusa. Un mes lleno de altibajos emocionales. Toqué el cielo y rocé el suelo. Cuando estoy mal busco el apoyo de mi mujer que, además de escuchar atentamente, suele atinar en los consejos. Uno de esos días bajos, casi subterráneos, tuve una ayudante inesperada. Mis cuñados tienen una perrita y, cuando se marchan de fin de semana, suele quedarse en nuestra casa. Syra es alegre y muy inquieta, pero esos días no se separaba de mi lado. Parecía adivinar que necesitaba consuelo. Hice una foto a la perra con el móvil para enviarla por chat y la titulé “Syraterapia”.

Recientemente conocí la investigación realizada por Takefumi Kikusui con treinta perros y sus dueños. Descubrió que las personas y los canes que se miraban más tiempo a los ojos producían más oxitocina en sus cerebros. Es la primera vez que se demuestra la existencia de un vínculo hormonal entre humanos y otra especie. La oxitocina está considerada la hormona del amor. Se segrega cuando abrazamos a un ser querido. Las madres también la producen al mirar a los ojos de sus bebés.

La terapia con perros podría ayudar a personas con estrés postraumático, que suele producirse tras experimentar un suceso en el que la propia vida haya estado en riesgo, como un accidente o una agresión. Lo contrario al miedo es el amor que es una “medicina milagrosa”. Contactar visualmente con el “mejor amigo” de la humanidad puede crear un vínculo sanador.

Puedes ver una charla de Paul Zak titulada "Confianza, moral... y oxitocina" en el siguiente enlace.

viernes, 24 de abril de 2015

Cuando algo va mal

Recientemente fui a Madrid en tren a hacer una gestión. Se me olvidó llevar algo para leer y estuve observando a los viajeros. Una chica llevaba unos auriculares conectados a su teléfono y quizá por ello no era consciente del volumen al que estaba conversando. Me enteré de cómo había cortado una relación amorosa.

Una separación es una experiencia traumática. Antes de cortar por lo sano, una pareja puede hacer cosas para mejorar y fortalecer la relación. El apoyo social permite manejar mejor las experiencias estresantes y dolorosas. Contarle tus problemas a una persona en la que confíes, como hizo la pasajera, permite mejorar el estado de ánimo y reducir la preocupación. Una montaña parece menos inclinada cuando vamos paseando con un amigo.

Intenta mantener una proporción de al menos tres sucesos positivos por cada negativo, pues éstos impactan más. Cada día puedes preguntarte: ¿Qué puedo hacer para mejorar la vida de mi pareja? Contar una situación divertida, escuchar atentamente, revelar algo íntimo… son acciones que pueden influir en la felicidad conyugal.

También es importante utilizar el mismo lenguaje. Si puedes reflejar, como un espejo, la forma de hablar y los gestos de tu pareja durante una discusión, es más probable que os escuchéis y podáis resolver el problema.

Otra alternativa es observarse a distancia, como si fueras otra persona ajena al conflicto. Cuando uno piensa en una experiencia dolorosa o una ofensa se siente cada vez peor, extrayendo conclusiones negativas que hacen difícil encontrar una solución. Cuando discutas con tu pareja deja pasar algo de tiempo y reflexiona sobre cómo vería la situación objetivamente un amigo en quien confíes. Se ha demostrado que poner en práctica este auto-distanciamiento impide seguir pensando de forma circular o evitar la situación, logrando entender mejor la crisis para buscar una solución constructiva y no devolver un comportamiento hostil. 

Mantener vivo el amor es un arte. Como decía Erich Fromm: “la paradoja del amor es, ser uno mismo, sin dejar de ser dos”.

viernes, 17 de abril de 2015

Más grande que uno mismo

El 11 de abril participé en un concierto excepcional para mí. La Coral Polifónica de Getafe interpretó el Réquiem de Mozart. La catedral estaba abarrotada con varios cientos de personas expectantes. Me pidieron que escribiera unas palabras para presentar la obra. Con treinta músicos delante de mí y ochenta coralistas a mi espalda, hablé del misterioso hombre vestido de negro que encargó el Réquiem en 1791, al que Mozart confundió con un mensajero del destino, lo que le hizo creer que el Réquiem que iba a escribir era para su propio funeral. Fue casi una profecía auto-cumplida, pues murió sin terminarlo cinco meses después con 35 años. Decía José Mujica que “parece mentira que no cuidemos la vida, que es un paréntesis. Tenemos toda la eternidad para no ser”.

Cada parte del Réquiem cuenta una escena, como en una representación teatral. Mozart expresó a lo largo de su última obra muchas emociones: pena, rabia, esperanza, miedo, ira, serenidad, angustia, ternura, tristeza…

Resulta llamativo que siga suscitando tanto interés una obra compuesta hace más de doscientos años. Quizá Mozart logró trascender su tiempo, expresando magistralmente emociones universales a través de su música. La trascendencia es una de las seis virtudes humanas consideradas universales. Está relacionada con lo que se eleva por encima de lo ordinario, con encontrar un sentido y propósito a la vida. La capacidad de apreciación de la belleza y la excelencia, la gratitud, el optimismo, el sentido del humor y la espiritualidad son fortalezas humanas trascendentes.

Benjamín Zander es el director de la orquesta filarmónica de Boston. Su objetivo es ver brillar los ojos de sus músicos. Si no los ve brillantes al acabar de dirigir se pregunta: ¿quién estoy siendo? Vi muchos ojos brillar de emoción tras el concierto. Permanecerá grabado en mí el recuerdo de participar en algo tan difícil y hermoso. Me siento orgulloso de formar parte de algo que es mucho más grande de lo que soy. Juntos llegamos mucho más lejos.

A continuación el vídeo de la charla TED de Benjamin Zander sobre música y pasión.




viernes, 10 de abril de 2015

Disfrutar como un niño

Cuando mis hijas eran pequeñas, un día jugué al escondite con ellas y me oculté dentro de una bañera. El juego provocó en mí muchas risas y excitación. Afloraron emociones intensas que había olvidado al hacerme mayor. Los niños juegan cuando no les imponemos otra ocupación. De manera natural disfrutan mientras aprenden a conocer el mundo.

Cuando nos hacemos adultos la vida puede convertirse en una sucesión interminable de obligaciones y tareas por terminar que nos proporcionan pocas satisfacciones. No es extraño que entre los 20 y los 50 suela estar la etapa menos feliz de la vida.

El disfrute se define como "el comportamiento capaz de generar, intensificar y prolongar el placer". En mi familia llamábamos hacer "soñitos" a saborear poco a poco un postre, tomando cucharadas pequeñas, para que durara más el placer.

Practicar habitualmente el disfrute aumenta la felicidad y disminuye las posibilidades de padecer una depresión. Puedes pararte a disfrutar las actividades que haces habitualmente a toda prisa: tomarte tu tiempo para disfrutar de una ducha, para paladear un delicioso desayuno o detenerte a oler una flor en tu camino al trabajo. Te propongo que tengas por lo menos dos experiencias placenteras diarias, prestando atención para que el placer sea lo más intenso y duradero posible.

Otra opción es que de vez en cuando crees un día genial, en el que enlaces numerosas actividades positivas disfrutadas en un mismo día. Puedes empezar por imaginar cómo sería un día perfecto para ti y para un familiar o amigo. Planifica actividades que estén a tu alcance y no es necesario que sean costosas. Decide cuándo vas a llevar a cabo tu día positivo e invita a tu acompañante. Cuando llegue el día disfruta al máximo y por la noche reflexiona sobre qué cosas han hecho que lo pases bien. Como dijera Benjamín Franklin, "la felicidad no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días".

viernes, 27 de marzo de 2015

Celebrar la longevidad


El domingo 22 de marzo de 2015, tuve uno de esos días felices que quedarán grabados entre mis mejores recuerdos. En 2013 conocí una investigación que demostró que recordar los sucesos de vida positivos aumenta el bienestar de las personas mayores. Pensé que esa experiencia no podía perdérmela con Loles, la mujer más positiva que conozco, que casualmente es mi madre.
Durante casi dos años recabé información de los mejores momentos de su vida mediante varias entrevistas. Afloraron tantas anécdotas divertidas que decidí publicarlas en un libro titulado «TODOS LOS DÍAS ERAN BUENOS». Tras mucho trabajo para editarlo, por fin llegó el día de la presentación. Tenía ya cierta urgencia por ver terminado el proyecto porque quería que mi madre disfrutase del momento plenamente. Salió mejor de lo que podía haber imaginado. Mis hermanos hicieron una divertida presentación y también hubo momentos muy emotivos como la proyección de un video con imágenes antiguas de mi familia. Hubo éxito de convocatoria: la familia y muchos amigos
Una canción de Serrat criticaba que en la sociedad actual «a los viejos se les aparta después de habernos servido bien». Un excesivo culto a la juventud nos hace olvidar la sabiduría que aportan nuestros mayores que son un ejemplo de vitalidad, resistencia y positividad. En una carta que me escribió Gonzalo Hervás, uno de los principales investigadores de la psicología positiva en España, me decía que mi iniciativa «representa algo muy necesario en la actualidad y que lo será aún más en el futuro: La escucha y la implicación con nuestros mayores».
Este proceso me ha permitido estrechar más los lazos afectivos con mi madre, aumentar su bienestar y preservar la historia familiar para las siguientes generaciones. La presentación del libro fue un merecido homenaje a una octogenaria que sacrificó tanto para educar diez hijos con alegría y dedicación. Firmamos muchos libros a medias. Me sorprendió una dedicatoria escrita por Loles que rezaba: «Y siguen siendo buenos». Después me dijo que le gusta recordar, porque es vivir de nuevo.

A continuación puedes ver el book trailer de "TODOS LOS DÍAS ERAN BUENOS".