miércoles, 18 de febrero de 2015

Nombrar lo positivo

Si preguntas a alguien cómo está y se encuentra con un estado de ánimo positivo, seguramente te responderá “bien”. Esa palabra engloba muchas emociones positivas. Es importante aprender a nombrarlas para percibir y disfrutar más los sucesos agradables. No es lo mismo sentirse alegre que exultante. Ni interesado que admirado. Ni apreciado que querido.

Recuerda cuándo te sentiste orgulloso por conseguir un logro importante, agradecido por la ayuda que te prestaron, inspirado para crear algo nuevo, motivado para hacer las cosas bien, sereno y en paz contigo mismo, relajado y descansado tras un sueño reparador.

Cuáles son tus sensaciones cuando amas o eres amado, cuando te sientes optimista o esperanzado al esperar lo mejor del futuro, cuando aprecias todo lo bueno tienes y te consideras afortunado; cuando brillas tanto que estás radiante o cuando te encuentras libre en medio de la naturaleza.

Cómo te inspira la esperanza de anticipar que las cosas mejoraran, cómo te conmueve la compasión que te hace ayudar a quien sufre o cómo ves estrecharse los lazos de complicidad con un buen amigo.

Cuándo te divertiste tanto que lloraste de la risa. Cuándo te entusiasmó un proyecto hasta sentirte muy involucrado, cuándo te ilusionaste por lo bueno que está por venir, cuándo te sentiste valorado o halagado, cuándo estuviste por última vez encantado de la vida.

En qué momentos estás vital, despierto y concentrado. Qué experimentas al sentirte cuidado, seguro o valorado. ¿Y al confiar en alguien o al sentirte comprendido?

Te propongo un ejercicio. Confecciona una tarjeta con todas las emociones positivas que conozcas, las mencionadas aquí y otras que se te ocurran. Adapta los adjetivos a tu género. Guarda la tarjeta en tu cartera. Durante una semana, cada vez que experimentes una emoción positiva, busca en la tarjeta hasta encontrar la emoción más parecida a como te sientes. Párate a disfrutar del momento con todos sus detalles. Carpe diem. Los buenos recuerdos quedarán grabados. Como en un videoclip, podrás saborearlos cuando quieras reviviéndolos mentalmente.

A continuación tienes unos ejemplos de tarjeta preparada para imprimir, recortar y guardar para llevar contigo.


afortunada
interesada
encantada
concentrada
apreciada
optimista
inspirada
compasión
alegre
confiada
querida
esperanzada
libre
radiante
segura
complicidad
descansada
despierta
pacífica
entusiasmada
exultante
valorada
amor/aprecio
esperanzada
cuidada
agradecida
orgullo
involucrada
ilusionada
halagada
serena
comprendida
admiración
motivada
relajada
vital
divertida
unida a …

afortunado
interesado
encantado
concentrado
apreciado
optimista
inspirado
compasión
alegre
confiado
querido
esperanzado
libre
radiante
seguro
complicidad
descansado
despierto
pacífico
entusiasmado
exultante
valorado
amor/aprecio
esperanzado
cuidado
agradecido
orgullo
involucrado
ilusionado
halagado
sereno
comprendido
admiración
motivado
relajado
vital
divertido
unido a …

lunes, 9 de febrero de 2015

Conexiones inesperadas

Los lobos tienen mala prensa. Son los villanos de los cuentos infantiles. Es cierto que matan a algunas especies, pero obviamos que también dan vida a muchos otros seres. En una conferencia George Monbiot propuso “resalvajizar” el mundo, ejemplificando lo que pasó en el Parque Nacional de Yellowstone en EEUU cuando se reintrodujeron los lobos en 1995. Estuvieron ausentes durante setenta años. En ese tiempo los ciervos se adueñaron del parque, dejando la vegetación reducida a casi nada. Con los lobos, los ciervos dejaron de frecuentar los valles y cañones, apareciendo rápidamente bosques de álamos y sauces. Los árboles atrajeron a las aves y los castores, que construyeron presas en los ríos, crearon ecosistemas para nutrias, patos, peces, reptiles y anfibios. Los lobos mataron coyotes y creció el número de ratones y conejos, lo que trajo más comadrejas, halcones, zorros y tejones. Los osos aumentaron también porque había más bayas creciendo en los arbustos.

En veinte años los lobos, pequeños en número, no sólo cambiaron el ecosistema. También transformaron el paisaje. Con más vegetación, hubo menos erosión del terreno y los ríos dejaron de serpentear, haciéndose los cauces más estrechos y rápidos, creándose nuevos hábitats salvajes. 

Según el sociólogo Duncan Watts se puede contactar con cualquier persona del planeta en sólo seis “saltos” a través de internet y las redes sociales. Los humanos formamos parte de un complejo mundo de relaciones y podemos influir con nuestras acciones generando un “efecto mariposa”: un pequeño aleteo aquí puede desatar una tormenta en las antípodas. 

Escaneé un texto que trataba sobre cómo educar positivamente. Lo envié a una amiga que entrena a un equipo de niños. Ella lo imprimió y se lo repartió a los padres. A la semana siguiente se sorprendió porque había mejorado el aspecto de un padre, anteriormente muy desastrado. Le preguntó si la lectura del texto tenía algo que ver con ese cambio y le contestó que sí.

Es imposible no influir. ¿Qué huellas quieres ir dejando a tu paso?

martes, 3 de febrero de 2015

Refresca tus propósitos

Con los propósitos de Año Nuevo suelen pasar dos cosas: o te pones en marcha para conseguirlos o se quedan en buenas intenciones.
Para cumplir un objetivo el primer paso es escribirlo. Concretarlo por escrito ayuda a comprometerte a realizarlo. Luego cuéntaselo a alguien e infórmale de tus avances.
Un buen objetivo es marciano. No significa que sea de otro planeta. En realidad se trata de una regla para recordar cómo definir bien las metas, formando un acrónimo con las letras de MARTE. Los objetivos deben ser:
Medibles: “Preservar el medioambiente” es difícil de medir, pero es posible verificar si reciclas los envases o contar los desplazamientos que haces en bici.
Alcanzables: no es sensato perder veinte kilos en un mes, aunque resulta factible a largo plazo.
Retadores: el objetivo debe motivarte e implicar cierta dificultad para que movilices tus recursos para alcanzarlo. Tiene que merecer la pena y ser importante para ti. Escalar una montaña, estudiar una carrera, aprender a cocinar, encontrar el amor de tu vida, tener hijos y educarlos bien… Hay retos para todos los gustos.
Tiempo limitado: hay que determinar un tiempo máximo para conseguirlo. Si tu meta es correr diez kilómetros con una marca determinada, puedes planificar el entrenamiento para lograrlo en un año.
Específicos: a veces los propósitos son muy imprecisos y es necesario concretarlos bien. No es lo mismo proponerse “tranquilizarse” que “meditar con atención plena todas las mañanas durante media hora”. El segundo objetivo permitirá reducir tu estrés, pero te proporciona información sobre qué hacer, cómo, cuándo y cuánto practicar para conseguirlo.
Hay objetivos más fáciles y más complicados. Los fines a largo plazo deben descomponerse en hitos más pequeños. Requieren constancia, esfuerzo, optimismo y disfrute. La personalidad y la edad pueden influir también en su consecución. Replantéalos de vez en cuando. No es cuestión de todo o nada. Puedes obtenerlos en un porcentaje menor o aplazarlos. Del proceso puedes obtener aprendizajes valiosos. Recuerda: más importante que llegar, es disfrutar del camino.