miércoles, 22 de junio de 2016

Cantar con el corazón



Para terminar el curso, mi coral organizó un taller de canto. El tema elegido era el amor y nos dirigía Nuria Fernández, una de las mejores directoras de coro del país.

Aprendimos a mejorar la posición del cuerpo. Nos enseñó técnica vocal y a cuidar el sonido, sin respirar en medio de las frases, comenzando bajito, creciendo poco a poco y decreciendo suavemente al final, como una ola.

Taller de canto coral Del amor a la música. Getafe 18 y 19 de junio de 2016.

A media mañana estábamos ensayado “Te quiero”, una canción argentina con texto de Mario Benedetti. Cantándola noté que me estaba emocionando. Miré al frente y vi a una soprano enjugarse las lágrimas. Mis neuronas espejo resonaban con esa emoción. Levanté la carpeta a la altura de los ojos, para no seguir contagiándome emocionalmente; cantar y llorar es difícil.

En la pausa comenté con un asistente al taller el efecto saludable que tiene cantar en un coro. Alguna tarde que estaba anímicamente decaído, tras el ensayo, me sentí estupendamente. 

Según Björn Vickhoff, al cantar frases largas, la respiración se vuelve lenta, regular y profunda. El ritmo cardiaco de los cantantes se sincroniza, regulándose la actividad del nervio vago, implicado en las emociones y la comunicación con los demás. Este nervio activa el sistema nervioso parasimpático, que relaja el organismo, ralentizando el corazón y los pulmones. Al inspirar aumenta la tasa cardiaca y al exhalar disminuye. 

Al cantar se inhala rápido y se espira lentamente, para mantener el aire durante toda la frase. Esto hace que se eleve el tono vagal, que se asocia a emociones positivas. Cantando juntos, los corazones empiezan a latir al mismo ritmo y las emociones se sincronizan.

Cuando llegamos al concierto, el escenario y el piano estaban decorados con corazones. También nos dieron un broche con forma de corazón brillante que nos prendimos en el pecho. Al terminar, invitamos al público a cantar “Todo lo que necesitas es amor”.
 
Cantando se alegran los corazones, decía una ranchera. Lo recordaré cuando necesite respirar justo en medio de una frase.

viernes, 10 de junio de 2016

Gratitud al cuadrado


Maribel, que era presidenta cuando entré en la coral, se mudaba de ciudad. En la junta directiva decidimos tomarnos algo para celebrar su despedida. Había escrito una carta de agradecimiento para ella. Planeé leerla en un momento propicio. Inesperadamente, otras personas de la coral también se apuntaron a la fiesta. Me dio cierto reparo y pensé en cambiar de idea.

Cuando no sé qué hacer, dejo decidir a mi instinto. El neurocientífico David Eagleman recomienda, en estos casos, lanzar una moneda al aire y observar lo que te dice tu cuerpo. Me pregunté interiormente: ¿leo la carta? Noté que me sentía bien y anuncié que le había preparado algo. Se puso muy contenta. Expliqué que era la actividad estrella de la psicología positiva. Consiste en leer una carta de gratitud a una persona que haya hecho algo especial por ti. Está demostrado que aumenta el bienestar de ambos. Advertí que desconocía los efectos que podía tener leer la carta con público, ya que era la primera vez que me ocurría algo así.


Comencé recordando mi prueba de acceso a la coral, donde la conocí, que resultó algo disparatada, mi debut en Roma, los conciertos más especiales para mí, las anécdotas emocionantes…  Agradecí su manera de acoger a los nuevos socios, su estilo de liderazgo y su labor valiosa, que ha hecho crecer a la coral. Cuando terminé de leer, me sorprendió la ovación que nos dieron los compañeros. ¡Parecía el final de un concierto! Le extendí la carta y me levanté para darle un abrazo. Sus ojos brillaban intensamente. Luego noté cómo la conversación se volvía más profunda. Se habló de los logros que le habían hecho sentirse más orgullosa, de la importancia que tiene la coral para cada uno y de sus recuerdos más significativos.

Después, contándole la experiencia a mi hija pequeña, observé como se llenaban de emoción sus ojos. La gratitud crece en todas las direcciones. Me alegro de saber hacer algo que pueda tocar los corazones.