viernes, 15 de enero de 2016

La vida sin ti

Llevaba tiempo queriendo ver la película Qué bello es vivir. Citaban este film en el libro ¡GRACIAS! de Robert Emmons, el investigador que más ha estudiado el agradecimiento. Estas navidades por fin la vi y escuché también una versión radiofónica. Me pareció interesante psicológicamente porque trata sobre la gratitud. Ser más agradecido es una estrategia sencilla para sentirse mejor. El diario o la visita de gratitud son dos actividades que, siendo objeto de investigación científica, se han demostrado eficaces para aumentar el bienestar.

Cartel de la película Qué Bello es Vivir
Ubuntu significa "soy porque nosotros somos". Es una palabra de las lenguas zulú y xhosa que nombra a una filosofía sudafricana. Según esta tradición, las relaciones entre las personas están basadas en la lealtad.

La película muestra muy bien la estrecha interdependencia entre la mayoría de los vecinos de una pequeña ciudad norteamericana. Aunque también aparecen representados el engaño y la avaricia, son contrarrestados por la ayuda y la generosidad.

Me llamó la atención imaginar cómo sería la vida si uno no hubiera existido. Es imposible no influir y, de alguna manera, vamos dejando huella de nuestro paso por el mundo.

Si no hubieras nacido, tu familia sería distinta. Tu ausencia, mejor dicho, tu “no presencia” habría configurado otra realidad familiar. No habrían compartido nada contigo y eso habría hecho, de sus vidas, otras vidas. Si has hecho amigos no te echarían de menos, nunca sonreirían al verte. Si has encontrado al amor de tu vida, no podría ni imaginar qué se siente acariciar tu piel. Si tuviste hijos, no existirían y el mundo se habría perdido una irrepetible combinación de genes, que los hizo seres únicos. Desaparecería todo lo que has conseguido en tu vida. Tampoco nadie se vería perjudicado por tus errores, ninguno habría sufrido por ti.

¿Te sientes orgulloso por tus logros? ¿Has participado en algo extraordinario que no hubiera sucedido sin ti? Queda tiempo para conseguirlo, si no lo has hecho aún. El universo sin ti estaría inacabado. Eres necesario para completarlo.

sábado, 2 de enero de 2016

Nacidos para correr


Durante años salí a correr con mi hermano. Es un ejercicio físico saludable que cada vez cuenta con más adeptos, entre otras razones porque hace que te sientas bien. En una conferencia escuché a un atleta decir que todos empezamos porque “correr es un psicólogo barato”. Le comenté esta frase a un amigo y me dijo que, efectivamente, él empezó a correr tras una ruptura sentimental.

Dejé de correr hace tiempo, aunque sigo manteniendo la costumbre de ir a ver la llegada de la San Silvestre, que se celebra el último día del año en mi ciudad. Llegué con bastante antelación, esperando ver aparecer a mi hermano. Me entretuve viendo a los atletas disfrazados de Papá Noel, de duendes, hadas o de las formas más inverosímiles y extravagantes.

Los niños esperaban ansiosos a sus padres, para correr de su mano los últimos metros. Un padre despistado no vio a su hijo y el pequeño se sentó en el suelo con una llantina inconsolable. Luego le vi feliz en brazos de su padre. Me emocioné con la alegría de los amigos entrando a meta abrazados. Un señor mayor venía muy rápido con cara de felicidad. Miré hacia donde miraba y el cronómetro marcaba cuarenta y ocho minutos. Supuse que iba a mejorar su mejor marca personal.

Me pregunté por qué miles de hombres, mujeres, jóvenes y ancianos, de diferentes razas y clases sociales, tienen en común su afición a la carrera. Según Bramble y Lieberman, lo que hizo que evolucionásemos como humanos fue precisamente nuestra capacidad para correr distancias largas. Nos permitió cazar o encontrar carroña en la extensa sabana africana. Además, correr favorece la generación de nuevas neuronas, por lo que podría decirse que correr nos hizo y nos hace más inteligentes. Correr nos hace humanos.

Dicen que correr es de cobardes. Se puede correr para huir, para llegar antes, para respirar aire limpio en la naturaleza, para ganar, para sentirse mejor o para despedir el año de manera divertida.