lunes, 11 de marzo de 2013

Pon tu cabeza en forma

Cuando hago ejercicio habitualmente noto los beneficios para mi salud física, pero también observo cómo mejora mi estado de ánimo. Según el neurocientífico Francisco Mora “correr nos hizo humanos” y para mantener un cerebro saludable hay que hacer deporte de forma continuada. Con el ejercicio liberamos neurotransmisores, que proporcionan plasticidad al cerebro y potencian las conexiones entre neuronas, facilitando el aprendizaje y la memoria. Michael Babyak demostró que hacer ejercicio (tres veces por semana durante treinta minutos) tiene el mismo efecto, en personas deprimidas, que tomar antidepresivos.

Gozar de una buena forma física disminuye el riesgo de muerte por enfermedades generales y cardiovasculares. Se estima que estar seis horas diarias sentado, frente al televisor o el ordenador, disminuye en cinco años la esperanza de vida. Hipócrates decía que “la mejor medicina para el hombre es caminar”. Las personas activas caminan más de diez mil pasos diarios, reduciendo así el riesgo de sufrir un infarto. Igualmente, son beneficiosos otros ejercicios enérgicos como nadar, correr, montar en bici, bailar, practicar yoga, etc. Se recomienda a los adultos realizar un mínimo de ciento cincuenta minutos de ejercicio semanales, el doble a los niños.

Hace poco me encontré con una persona que, con más 60 años, mostraba un aspecto físico de alguien veinte años menor. Le pregunté que cuál era su secreto y me dijo que hacer ejercicio variado todos los días. Practicaba gimnasia, bailaba e iba a todos los lados andando. También parecía muy feliz.

Si quieres aumentar tu bienestar, comprométete a crear un nuevo hábito de ejercicio físico para los próximos meses. Basta con dedicar media hora al día. Quizás puedas bajar del autobús una parada antes, para caminar diez minutos antes de ir al trabajo, o subir escaleras y olvidar el ascensor. Escribe un plan de ejercicio semanal y cuéntaselo a alguien que pueda ayudarte. Como decían los romanos: “mens sana in corpore sano”. Cicerón ya sabía entonces que el ejercicio “alienta el espíritu y conserva la mente vigorosa”.