domingo, 9 de septiembre de 2012

Abrazos que unen

La vuelta de vacaciones es un momento propicio para los reencuentros. En estos momentos, una reacción bastante habitual es abrazar a las personas por las que sentimos cariño. Los abrazos surgen de forma espontánea cuando estamos contentos, a menudo vemos a los deportistas abrazarse tras conseguir un gol. También los abrazos nos sirven de consuelo tras perder a alguien a quien queremos. Abrazar refuerza la intimidad y la amistad, puede reducir el estrés y hasta mitigar el dolor.
Un estudio de la Universidad de Pensilvania demostró que los abrazos son también un medio eficaz para aumentar la felicidad. Los participantes dieron un mínimo de cinco abrazos diarios durante cuatro semanas, intentando abrazar a la mayor cantidad de personas distintas.
Paul Zak afirma que al abrazar nuestros cerebros liberan oxitocina. Tras investigar durante diez años llegó a la conclusión de que esta hormona es el estimulante humano de la empatía, la generosidad y la confianza. Dice que “es el pegamento social que permite crear familias, comunidades y sociedades”, pues hace posible conectar con los demás y sentir lo que sienten. Recomienda dar ocho abrazos al día, pues la gente que libera más oxitocina es más feliz y tiene mejores relaciones de todo tipo. Al contrario que en la película de Almodóvar “Los abrazos rotos”, en realidad unen.
Tras ver una conferencia en la que Zak proponía su receta de abrazos, lo comenté en mi entorno y empezamos a abrazarnos unos a otros para ver qué pasaba. En seguida se creó un ambiente distendido en el que proliferaron las risas. Me sentí especialmente bien ese día.

Robert Louis Stevenson decía que “no hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices.” Para Borges “todo regalo verdadero es recíproco.” Abrazar es una manera sencilla de ofrecer y recibir felicidad. Es un regalo que podemos hacernos más a menudo para estar mejor, incluso cuando se acaba el verano y hay que volver al trabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario