viernes, 10 de junio de 2016

Gratitud al cuadrado


Maribel, que era presidenta cuando entré en la coral, se mudaba de ciudad. En la junta directiva decidimos tomarnos algo para celebrar su despedida. Había escrito una carta de agradecimiento para ella. Planeé leerla en un momento propicio. Inesperadamente, otras personas de la coral también se apuntaron a la fiesta. Me dio cierto reparo y pensé en cambiar de idea.

Cuando no sé qué hacer, dejo decidir a mi instinto. El neurocientífico David Eagleman recomienda, en estos casos, lanzar una moneda al aire y observar lo que te dice tu cuerpo. Me pregunté interiormente: ¿leo la carta? Noté que me sentía bien y anuncié que le había preparado algo. Se puso muy contenta. Expliqué que era la actividad estrella de la psicología positiva. Consiste en leer una carta de gratitud a una persona que haya hecho algo especial por ti. Está demostrado que aumenta el bienestar de ambos. Advertí que desconocía los efectos que podía tener leer la carta con público, ya que era la primera vez que me ocurría algo así.


Comencé recordando mi prueba de acceso a la coral, donde la conocí, que resultó algo disparatada, mi debut en Roma, los conciertos más especiales para mí, las anécdotas emocionantes…  Agradecí su manera de acoger a los nuevos socios, su estilo de liderazgo y su labor valiosa, que ha hecho crecer a la coral. Cuando terminé de leer, me sorprendió la ovación que nos dieron los compañeros. ¡Parecía el final de un concierto! Le extendí la carta y me levanté para darle un abrazo. Sus ojos brillaban intensamente. Luego noté cómo la conversación se volvía más profunda. Se habló de los logros que le habían hecho sentirse más orgullosa, de la importancia que tiene la coral para cada uno y de sus recuerdos más significativos.

Después, contándole la experiencia a mi hija pequeña, observé como se llenaban de emoción sus ojos. La gratitud crece en todas las direcciones. Me alegro de saber hacer algo que pueda tocar los corazones.

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